La fisiología, la intención, la percepción y la autoorganización corporal como impulsores de buenos momentos en el escenario
Por qué esto importa?
Porque el Flow transforma el camino en objetivo y permite que simultáneamente ocurran en el cuerpo una cantidad importante de eventos fisiológicos, imprescindibles para alcanzar precisión y expresión.
Cantantes e instrumentistas conocen la paradoja: alcanzar precisión y, al mismo tiempo, soltar el control para que el sonido cobre vida. Entre el miedo escénico, el trabajo corporal y el deseo de libertad, el flow suele presentarse como el “estado ideal” en el que todo encaja.
A menudo pensamos en el flow como algo impredecible: aparece si tenemos suerte y se esfuma cuando más lo necesitamos. La técnica, en cambio, se percibe como algo concreto y deliberado.
Pero la realidad es más integrada que esta dicotomía.
Flow no es un momento mágico; es una forma de organización del cerebro, del cuerpo. Requiere coherencia entre la tarea, las herramientas que permiten la autoorganización corporal y la emoción.
Buscarlo desde la práctica desafía exactamente en esa dirección: trabajar con el cuerpo y no contra él, dirigir la atención hacia donde importa e integrar la experiencia corporal, emocional, enfocadas en el sonido, la música.
Comprender qué es —y qué no es— el flow transforma la manera en que entendemos técnica, expresión y presencia escénica. Libera de la idea de que hay que “sentir algo especial” para cantar bien y abre el camino hacia una interpretación donde precisión musical y fluidez conviven con soltura.
¿Qué es flow?
Según Mihaly Csikszentmihalyi, el flow es un estado en el que nos sumergimos por completo en una actividad:
- alto enfoque en una actividad,
- conexión profunda con lo que hacemos,
- ausencia de autoevaluación,
- sensación de que todo “fluye”.
A veces cambia la percepción del tiempo: parece acelerarse o desaparecer.
El flow requiere dos condiciones:
- Una tarea que nos desafíe sin sobrepasarnos.
- Suficiente habilidad para poder realizarla.
El flow ocurre en actividades en las que usamos nuestras capacidades; no en experiencias pasivas o contemplativas como mirar una puesta del sol o meditar.
En este artículo utilizo la palabra flow en un sentido neurofuncional aplicado a las artes performativas: un modo de rendimiento integrado donde el control del movimiento disminuye, la retroalimentación somatosensorial se vuelve más confiable, la auditiva adquiere mayor significado y los patrones de movimiento se autoorganizan basándose en destrezas ya adquiridas.
Este enfoque se relaciona con la investigación en aprendizaje motor y rendimiento de élite, que describe estados de coordinación óptima bajo condiciones de claridad, seguridad e intención.
Con este entendimiento, la práctica, el ensayo y la actuación se revelan como etapas de un mismo proceso neurobiológico.
El contraste que todo músico conoce
Hay momentos en que todo está conectado y fluye, y otros en que hacer música parece una sucesión fragmentada de acciones. Ambos estados surgen del mismo organismo: cuerpo, cerebro y sistema nervioso.
La diferencia no está en la suerte ni en el talento, sino en las herramientas mentales, emocionales, somatosensoriales y corporales que usamos.
El flow no quiere ser controlado.
Quiere ser invitado.
Desde:
- la sensibilidad somatosensorial
- el balance corporal y el movimiento
- la conexión con el sonido
- la interacción con otros músicos
- la emoción
- la claridad acústica
Flow no es distraernos de la técnica.
Es integrar una gran cantidad de acciones en un gesto coherente.
No es un estado frágil reservado para los “buenos días”. Es un estado accesible cuando existen herramientas somatosensoriales adquiridas en la práctica.
La fluidez es trabajo cerebral: un modo de organización eficiente que surge cuando intención, retroalimentación sensorial y sensación de seguridad se alinean.
¿Qué ocurre realmente en una actuación ideal?
- La retroalimentación somatosensorial se vuelve más clara y menos ruidosa (información sensorial confusa, contradictoria, excesiva o imprecisa como tensión de protección, ansiedad que altera la percepción o exceso de esfuerzo)
- La atención se orienta hacia afuera — hacia el objetivo musical y acústico
- Con este foco externo, la acción comienza a organizarse sola
La investigación en aprendizaje motor muestra que un foco externo —dirigir la atención hacia el efecto del sonido o la resonancia en el espacio— genera movimientos más eficientes que un foco interno centrado en la mecánica.
Cuando el cantante se orienta hacia un objetivo acústico, el sistema mente-cuerpo recibe la claridad necesaria para autoorganizarse. No es “soltar” en un sentido vago, sino ofrecer una dirección significativa para que la coordinación surja.
El foco externo reduce la sobreactivación asociada al auto-monitoreo y libera recursos para las redes audio-motoras que coordinan respiración, articulación, fonación, resonancia y movimiento.
Por eso favorece eficiencia, reduce tensión innecesaria y permite que el sistema se organice alrededor del objetivo expresivo.
Flow no es un instante mágico reservado a los días excepcionales.
En el mejor de los casos, tenemos herramientas para lograr momentos de fluidez musical y autoorganización corporal.
Dos modos de aprendizaje y rendimiento
1. El modo estudio (deliberado)
- afinamos movimientos
- reflexionamos sobre música, texto y emoción
- coordinamos respiración, resonancia y articulación
- tomamos decisiones
- resolvemos problemas
Este modo de pensamiento lento, según Kahneman, construye mapas y amplía posibilidades hasta formar paisajes completos de habilidades.
2. El modo rendimiento (integrado)
- el cuerpo opera de manera más “automática”
- la mente analiza menos y percibe más
- la coordinación sensoriomotora domina
- el cuerpo accede a experiencias acumuladas
Esto genera la experiencia de fluidez.
¿Qué implica esto para el estudio?
Si el rendimiento depende de la autoorganización, la práctica debe preparar ese estado.
La sala de práctica no es sólo esfuerzo consciente: es el lugar donde entrenamos los estados que queremos disponibles en escena.
Y el flow puede aparecer también allí.
Según Csikszentmihalyi, surge cuando existe:
- objetivo claro
- equilibrio entre desafío y habilidad
- retroalimentación confiable
- suficiente sensación de seguridad fisiológica- lo contrario de sentirse amenazado, por un compás por ejemplo.
Cuantas más veces el sistema nervioso atraviesa estados de claridad, seguridad e intención acústica en el estudio, más fácilmente accede a ellos, en situaciones donde nos encontramos bajo presión.
¿Foco externo o interno?
El foco externo – por ejemplo: en tu sonido – es una herramienta poderosa, pero no siempre el punto de partida.
Antes de un concierto reconectamos con la experiencia interna: instrumento, resonancia, sensación corporal. El foco puede desplazarse hacia afuera a medida que “calentamos”.
En estudio, un uso excesivo del foco externo puede convertirse en una forma de evitar la propia experiencia sonora o corporal.
El foco externo en escena puede ser:
- conectar con el sonido en la sala
- escanear el espacio con la mirada
- modelar una vocal hacia un color acústico
- permitir que el vibrato “viaje” por la frase
Estos objetivos ofrecen al sistema información significativa para reorganizarse.
¿Necesitamos flow para cantar bien?
No en cada momento. Los estados de flow pueden ir y venir.
La experiencia interna del cantante no determina su impacto en el público.
He cantado funciones en las que me he encontrado pensando en que no me dió tiempo a hacer la salsa de tomates que quería dejar lista para comer cuando llegara del teatro — y aun así la función salió bien.
Es la naturaleza inquieta y protectora del cerebro.
Los músicos pueden tener batallas internas y aun así ofrecer interpretaciones sólidas.
El flow no es un interruptor mágico. No es estable.
Y es importante desromantizarlo.
Pero no podemos ignorar que:
Flow es un estado neurofisiológico de mayor integración.
- La capacidad de autoorganización corporal facilita su acceso.
- Mejora la coordinación fina del movimiento, la fonación y la resonancia.
- Estabiliza y reduce la sensación de vulnerabilidad.
- Ordena la experiencia interna.
La capacidad de acceder a este modo es esencial para una coordinación sensible y sostenible de la musculatura fina que coordinamos a hacer música.
El escenario es el lugar donde integramos lo aprendido y experimentado. El estado de flow nos permite que la claridad, facilidad y expresión aparezcan como un solo organismo.
Cuando la intención es clara, no nos sentimos amenazados y contamos con posibilidades de variabilidad, el cuerpo tiende a encontrar soluciones eficientes por sí mismo.
No es pasividad: es responsividad guiada.
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Bibliografía
Mihaly Csikszenmihalyi (2008) Flow. The Psychology of Optimal Experience
Titze, Ingo (2021) Self-Organazation in Vocal Mechanics and Physiology. https://doi.org/10.53830/YURI6123
Barthelmäs, M., Stöckle, D., & Keller, J. . A relevant antecedent of flow experience: Task meaningfulness. https://link.springer.com/article/10.1007/s10902-025-00967-4
Keller, J. & Blomann, F. (2008). Locus of control and the flow experience: An experimental analysis. DOI:10.1002/per.692
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Keller, J. & Landhäußer, A. (2011). Im Flow sein: Experimentelle Analysen des Zustands optimaler Beanspruchung DOI:10.1026/0033-3042/a000058
Scheepers, D. & Keller, J. (in press). On the physiology of flow: Bridging flow theory with the biopsychosocial model of challenge and threat. DOI:10.1016/j.ijpsycho.2022.10.007